Querido viejo

Viejo, siempre he estado muy orgulloso de ti, tú si que has sido un verdadero "fuera de serie", se que las pasaste bien canutas, pues desde muy joven, te tocó pasar por pruebas que muchos no hubieran superado, tú en cambio te mantenías como si nada, pasándoles por encima y dándole esperanzas y fortaleza a los demás con tu permanente sonrisa y buena actitud.
Cuando aún eras tan muchacho que podías jugar a los soldaditos, te tocó ir a la gran guerra, la de verdad, donde la gente moría y hasta había que matar de ser necesario, recuerdo cuando me contaste como te aliviaste cuando los ingleses te hicieron prisionero de guerra en Sudáfrica. ¿Por qué ibas a estar en el frente arriesgando tu pellejo por una guerra que no era tuya? Y mucho menos del lado de los fascistas, ese definitivamente no era tu bando. Lo que no sabías era lo que te esperaba al estar en ese campo de concentración, sacrificaste siete años de los mejores de tu juventud, pasando necesidades, pero gracias al manejo del inglés que tenías y a tus habilidades de conductor de camiones y de motos, lograste mejorar tu situación, no te trataron mas como un simple prisionero, si no como un colaborador mas, eso es ser inteligente, pues tenías muy pocas oportunidades de estar mejor.
Al terminar la guerra todo estaba demasiado mal en Italia como para quedarte, te tocó abandonarlo todo para venirte a tu nueva patria, Venezuela. Apostaste por un futuro mejor, te viniste solito, con un papelito, en el un nombre y un teléfono, al poco tiempo, con solo un trabajo, un sitio para dormir y un montón de sueños te trajiste a la vieja Filo, a Mario y a Carmelina, mis dos queridos hermanos, luego fuimos todos muy felices en esta nueva patria que los adoptó sin miramientos y con respeto.
Cuando todos nos estabilizábamos y afianzábamos, el futuro te tenía preparado el gran revés de tu vida, todo estaba “sobre ruedas”, así sin ton ni son, en un ridículo accidente, el mar se lleva a Carmelina, tu princesa, con solo catorce años, a un mes de cumplir quince, nos abandonó dejándonos a todos totalmente trastocados. Aún hoy me pregunto como hiciste para no derrumbarte y conservar tu alegría y el estímulo por la vida, tu peremne sonrisa y tu actitud positiva, terminó empujándonos a todos, sacándonos del marasmo en el que habíamos caído.
Luego, después de un tiempo, muy contento por tener ya a tus dos hijos encaminados con sendas carreras por delante, un día en los que tu trabajo menguaba y para ocuparte en algo, fuiste a llevarle flores a tu hija en el cementerio y a hacer algún mantenimiento a su tumba, de regreso a casa, las arterias de tu cerebro te jugaron una mala pasada, mermando tus capacidades motoras, pero ni un ápice tu fortaleza, ni tu ímpetu por la vida, ni tu deseo de vivir y ni tu compromiso de hacer feliz a tu familia y a los que te rodeaban, fuiste muy valiente, nunca te quejaste, tu expresión favorita “pa’ lante”, tu respuesta “poco a poco” y así siempre sonriente y plenamente feliz pasaste los últimos años de tu vida, junto a nosotros y a tu eterna novia Filomena, eso papá si que fue un matrimonio perfecto, ustedes siempre tenían de que hablar, siempre tenían un plan para hacer, siempre que caminaban se tomaban de las manos, siempre tenían oportunidad de verse directo a los ojos, y con ellos decirse todo lo que se les podía ocurrir. Ustedes si que eran unos fenómenos de verdad.
Aún recuerdo la gran alegría que significaba todos los días tu llegada a la casa del trabajo, salíamos todos a esperarte en la puerta del edificio, te recibíamos con los brazos muy abiertos para besarte y decirte cuanto te queríamos, nos encantaba que nos echaras los cuentos de lo que te había sucedido durante el día, de tus nuevos planes para el futuro, de ver si nos habías traído alguna bolsa de recortes de Carlton, Susy o Cocosette de la Savoy de Sabana Grande.
Hoy te quiero decir querido Ugo, que Mario y yo hemos capitalizado todas tus enseñanzas, cada día tratamos también de transmitírselas a nuestros hijos, ojalá que tengamos nosotros con ellos el mismo éxito que tú tuviste con nosotros.
En estos días se cumplieron 10 años de tu partida, me parecen demasiados, lo que si te quiero decir es que no te has ido, estás vivo dentro de cada uno de nosotros, de tu familia y de los que te conocieron.
Espero que no te moleste que publique esto en mi blog, me encantaría saber que después de 10 años de tu partida, aún alguien pueda conocer a una persona tan especial como tú.