Tres razones

Tres razones no me han permitido que postee en estos últimos días.
La primera es que estoy pasando por una ausencia total de musa, algo parecido al “Síndrome de la hoja en blanco”. Claro, sería muy pretencioso de mi parte, pensar que yo sufra este síndrome que sólo le ocurre a los escritores. Todos sabemos que yo estoy bien lejos de serlo, en mi caso sería mejor describir esto como el síndrome del “post vacío”, que suena mas honesto, un poco más matemático y consiguientemente mas exacto.
La segunda, es que tengo cámara fotográfica digital nueva, es la Panasonic EZ7, esto quiere decir que estoy enfiebradísimo, aprendiendo a usarla, en criollo, apuñaleándome el manual. Esto también ha impedido que escriba un post, pues se me hace muy difícil tener en una mano la cámara y en la otra el manual, ¡Y ya! No me quedan manos para escribir.
La Tercera, es que tengo un gripón impresionante, con mucho malestar y dolores de cabeza muy fuertes, la gran congestión de las vías respiratorias ha sido tan importante, que aunque no lo crean, he tenido que aprender a respirar por las orejas. Todas las mañanas, al levantarme siento como si alguien me hubiera extraído completo mi ectoplasma y me hubiera dejado sin energías. Ya hoy me siento un poco mejor y arrancaré el proceso de recuperación vitamínica para que no se repitan estos desagradables eventos y estos aprendizajes extraños como el de respirar por donde no se puede.
Aún así, convaleciente, casi sin poder abrir los ojos, y con frío, fuimos a La Haya, a la celebración del día de Halloween y la verdad es que la pasamos muy bien, con nuestros amigos venezolanos de allá. Nos reunimos en un parquecito, un grupo grande de niños y padres, que fueron organizados para ir casa por casa pidiendo las chucherías y caramelos, quienes como buenos holandeses, ya tenían resuelta toda la logística para atender a la terrorífica visita a sus casas. Andrés no se disfrazó porque ya tiene 13 años y "él no está para esas cosas de niños", sin embargo, Daniel estaba "de muerte" con su disfraz de esqueleto. La verdad es que los niños disfrutaron mucho de esta fiesta tan bonita y nosotros también.
Y para cerrar con broche de oro, al regresar a la casa, nos comimos unos suculentos golfeados hechos por mis amigos Alejandra y Juan Carlos del blog Pasándola en Holanda, claro, con quesito blanco (holandés), que nada tenían que envidiarle a los famosos que se comen en Corralito en la carretera Panamericana.