Aprendiendo a vivir
Desde que mi hijo Daniel empezó en el nuevo colegio, casi no lo veo durante la semana, pues el transporte lo viene a buscar muy temprano, y yo me voy al restaurante antes de que él regrese, por eso, los días que la pasamos juntos son una verdadera fiesta, que ambos disfrutamos mucho.
Hoy Daniel no tenía clases, así que esta mañana, cuando bajé a tomar café, me lo encontré viendo la tele, me hice un cafecito, encendí el laptop y me puse a revisar los emails.
Al rato me pregunta Papi ¿me encaramas? Claro que si, le dije y me lancé sobre él, ese es nuestro juego preferido, el "encaramamiento", este juego ya lo practicábamos Andrés y yo cuando él era pequeño, aunque debo confesar que a veces aún lo jugamos, claro, por su edad de trece años y consistencia, lo hacemos con cierto nivel de dureza, retándonos a ver quién aguanta mas la presión.
El juego es así: En este caso, Daniel se acuesta en el sofá, y yo en forma de equis me le encaramo encima, en otras palabras, su cuerpo de niño de siete años, tiene que soportar el peso del mío, o sea el de un cincuentón de metabolismo lento, tratándo además de empujarme hacia arriba, para evitar el aplastamiento total, el juego tiene dos variantes, "peso vivo" y "peso muerto", en el primero ejerzo menos peso que en el segundo, claro, es un juego, porque si de verdad yo le llegara a hacer peso muerto, dejo a Daniel como una barajita. Digan ustedes si esto no es diversión pura y dura.
Hoy, después de un muy intenso "round de cariño", como diría Manolito, el de Mafalda, un poco fatigados por le esfuerzo, nos invitamos mutuamente un desayuno, Daniel me propuso que él lo prepararía, así que puso unos suculentos ChocoPops en sendos platos, los puso en la mesa y luego le echó la leche, muy profesional le comenté y se puso muy contento, desayunamos como dos señores, hablando él de su escuela, sus sumas y sus restas, sus lecturas de cuentos de otoño, de hojas rojas, duendes y calabazas, y yo del restaurante, de los clientes agradables y de nuestro amigo común “el cocinero”, que es su tocayo.
Terminamos, yo subí a arreglar algunas cosas en el estudio, o sea a cachifear un poco, al rato apareció Daniel otra vez para hacerme compañía, se puso a leer un libro de Mortadelo y Filemón, y empezó a reírse como un loco, y privado por la hilaridad, me mostraba lo que le había hecho reír tanto, y así, de la nada, por esta simple tontería empezamos los dos a reírnos como un par de histéricos, nos reímos hasta que nos dolió la barriga, luego, nos acostamos extenuados en el piso, nos quedamos viendo el techo con una gran sonrisa grabada en cada rostro, de esas que son difíciles de borrar.
No se que estaría pensando Daniel en ese momento pero yo si: "Esto es disfrutar intensamente la vida", "Esto es ser inmensamente feliz", "Esto es aprender a vivir".
Hoy Daniel no tenía clases, así que esta mañana, cuando bajé a tomar café, me lo encontré viendo la tele, me hice un cafecito, encendí el laptop y me puse a revisar los emails.
Al rato me pregunta Papi ¿me encaramas? Claro que si, le dije y me lancé sobre él, ese es nuestro juego preferido, el "encaramamiento", este juego ya lo practicábamos Andrés y yo cuando él era pequeño, aunque debo confesar que a veces aún lo jugamos, claro, por su edad de trece años y consistencia, lo hacemos con cierto nivel de dureza, retándonos a ver quién aguanta mas la presión.
El juego es así: En este caso, Daniel se acuesta en el sofá, y yo en forma de equis me le encaramo encima, en otras palabras, su cuerpo de niño de siete años, tiene que soportar el peso del mío, o sea el de un cincuentón de metabolismo lento, tratándo además de empujarme hacia arriba, para evitar el aplastamiento total, el juego tiene dos variantes, "peso vivo" y "peso muerto", en el primero ejerzo menos peso que en el segundo, claro, es un juego, porque si de verdad yo le llegara a hacer peso muerto, dejo a Daniel como una barajita. Digan ustedes si esto no es diversión pura y dura.
Hoy, después de un muy intenso "round de cariño", como diría Manolito, el de Mafalda, un poco fatigados por le esfuerzo, nos invitamos mutuamente un desayuno, Daniel me propuso que él lo prepararía, así que puso unos suculentos ChocoPops en sendos platos, los puso en la mesa y luego le echó la leche, muy profesional le comenté y se puso muy contento, desayunamos como dos señores, hablando él de su escuela, sus sumas y sus restas, sus lecturas de cuentos de otoño, de hojas rojas, duendes y calabazas, y yo del restaurante, de los clientes agradables y de nuestro amigo común “el cocinero”, que es su tocayo.
Terminamos, yo subí a arreglar algunas cosas en el estudio, o sea a cachifear un poco, al rato apareció Daniel otra vez para hacerme compañía, se puso a leer un libro de Mortadelo y Filemón, y empezó a reírse como un loco, y privado por la hilaridad, me mostraba lo que le había hecho reír tanto, y así, de la nada, por esta simple tontería empezamos los dos a reírnos como un par de histéricos, nos reímos hasta que nos dolió la barriga, luego, nos acostamos extenuados en el piso, nos quedamos viendo el techo con una gran sonrisa grabada en cada rostro, de esas que son difíciles de borrar.
No se que estaría pensando Daniel en ese momento pero yo si: "Esto es disfrutar intensamente la vida", "Esto es ser inmensamente feliz", "Esto es aprender a vivir".
16 Comments:
Que diversión más sana y más infantil,es bueno tener niños cerca, para recordar lo que es la vida en realidad, fuera de esa rutina impuesta a los adultos, porque aunque a todos nos guste trabajar, ser útiles, etc, creo que seguimos prefiriendo reír hasta que nos duela la tripa.
Saludos.
Ese es el amor de un padre por un hijo, como va ser de feliz ese chamo cuando crezca pensando en esos ratos con su papá. Qué bien pana, así es la verdadera felicidad de poquito en poquito, detalles chiquitos nos van llenando la vida.
saludos.
Ni lo pienses, sólo disfruta el momento :-)
Cuando éramos chiquitos jugábamos igualito con mi papá, pero en nuestro caso mi papá hacía de "tractor" y nosotros como troncos caidos muy juntos teníamos que soportar su peso mientras él iba rodando lentamente como un rodillo gigante...no sabes cómo no reíamos!! ah, y recuerdo también "toro salvaje", cada uno tenía turno sobre su espalda a ver cuanto lograba sostenerse, tipo rodeo.
Todo esto me recuerda que debería jugar más con mi chaminas...
Esos momentos "bobos" son los más sabrosos.
Lástima que estás tan lejos, te habría encantado el BlogStock. Realmente no sé como explicar que tantos desconocidos sientan tal conexión en apenas segundos. Puede ser que la "esencia" de cada uno viaje a través de internet cabalgando sobre las letras de cada post.
Me cautivó esta historia. Que rico es querer así a alguien y disfrutar de esos momentos.
Un gran saludo!
ANGIE, una vez alguien me dijo algo que se ha repetido hasta el infinito: "Que no se pierda el niño que hay en tí", lo que más me tocó las fibras, es el que me lo dijó tenía 86 años, y él de verdad siempre dejaba aflorar al niño que llavaba adentro, y aquí estoy yo, tratando de no perder el mío.
TRIMARDITO, sería lo máximo que ellos me recordaran de mí, como yo recuerdo a mis padres, con infinito amor.
TOPOCHO, tienes razón, que carajo hago yo pensando, si aquí lo que hay que hacer es disfrutarlo.
TROKA, si disfrutas del recerdo de los juegos que tú hacías con tu papá, entonces sabes lo que vas a lograr si juegas mucho con tu chamina.
MALÉFICA, Si aprendemos a disfrutar de estos momentos sencillos le hemos ganado una a la vida. Estoy seguro que la hubiera pasado muy bien en el BlogStock, porque si creo que la esencia de cada uno de nosotros viaja a través de nuestros post. Gracias.
ELISART, es muy gratificante cuando tienes experiencias como estas, yo gozo un puyero.
Simplemente lo que es el "amor" de padre...
Gracias por dejarnos entrar a tu "corazon"-
con tu familia.
Amigo, cuando puedas, pasa a mi "blog" y busca el enlace "Realidad Novelada" ...pasa a verlo. Lo que escribe José Zollicker te va interesar. (bueno, así lo creo yo)
Un fuerte y caluroso abrazo.
Cuidate!
Dos señores comiendo chocopops... ji, ji, ji, qué bellos!!!! Casi lloro, cóchale. A mi no se me pueden contar esas cosas tipo comercial de tv porque soy llorona.
Lo del cincuentón con metabolismo lento, sin embargo, me hizo reir a patadas.
Que bello!
Lo que si puedo decirte es lo que pensará de esos "rounds" de cariño unos cuantos años mas tarde...los atesorará! porque esos son los recuerdos con los que se hacen los lazos de amor en la familia.
Que lindo!
Un gran saludo! ;)
Me parece estupendo y es como ya se dijo, que no hay que pensarlo, solo disfrutarlo.
Ahora quisiera referirme al comienzo del relato, donde decís que casi no ves a tu hijo en la semana. Le pregunto a todos: ¿cómo puede ser? Y no lo digo por Miguel, lo digo por el mundo que sigue esa dirección, se que uno debe hacer cosas para procurar un bienestar, y además es la manera en que se vive, no hay otra posibilidad. Quien armo este mundo donde hay 10 que viven bien y los demás solo lo intentamos. Porque no disfrutar de nuestros hijos, novias, padres lo que sea todos los días, porque festejar lo que debería ser natural? La verdad que los besos por celular es algo a lo que nos vamos acostumbrando.
Saludos.
me gusta tu manera de escribir y no te pierdo de vista tooodos los dias, asi que sigue escribiendo por favor, ademas como recién te descubrí me estoy actualizando en tus blogs anteriores.. un beso y un abrazo sinceramente (desde México)
Que rico y que nota ls sastifacciones y los momentos de felicidad que dan los hijos,,,,,que bueno que como padre lo sepas aprovechar y la calidad que le ponen se nota con tus relatos...
Dios los bendiga
Mi querida amiga Coco, disfruto mucho compartiendo estas historias. Muchas gracias por tu recomendación del blog "Realidad Novelada", lo visité y me gustó mucho. Un abrazón.
Jacqueline de verdad que nos veíamos como dos señores comiendo y hablando, jejeje, es que somos un par de chamos...
Curiosa, sería muy bonito que mantengan esos recuerdos y no los de los momentos en que los regaño, aunque siempre les digo que el regaño fue por su bien...
Noreberto es cierto, el contacto humano de persona a persona está siendo sustituído por una especie de meta-comunicación a través de medios poco tradicionales, así que deberíamos hacer una campaña como la de "Free Hugs" para retomar aquello del contacto físico.
Susana. Muchísimas gracias por tu comentario, es muy lindo saber que hay personas a las que les gusta lo que escribo, estás son las razones que hacen que siga haciéndolo. Recibe un abrazón.
Roswell, muchas gracias, que Dios te bendiga a tí también.
Hola Miguel, qué suerte el haber llegado hasta aquí!!
Qué hermoso relato y más aún el sentimiento que transmites.
Qué suerte tienen tus hijos de tenerte y qué suerte tienes de tenerlos a ellos!!!!
Yo también recuerdo un juego con mi padre y hermano, nos lanzábamos a la cama tipo luchadores... hasta que un día la rompimos y mi madre nos puso a los tres uno en cada esquina, jajajajajajja
Tengo 24 años y soy una mujercita anti-matrimonios, anti-hijos y anti-relaciones, pero al leer tu relato, me acabas de tocar las fibras que yo pensé que no existian en mi corazon...
A parte se nota que Daniel fue "muy bien hecho" es divino!!!!! No me puedes dar la receta para tener uno asi????
Muchos besos desde Ecuador
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