Hace algunos días volví de mis vacaciones en España con toda la familia, la pasamos muy bien, descansamos, nos cansamos, disfrutamos del sol, nos reímos, nos reencontramos con familiares y amigos, caminamos mas que unos perdidos, conocimos sitios distintos, comimos muuucho y muy rico, pasamos un poco de calor, paseamos un montón, bebimos bastante sidra natural y vinos ricos, y muchas cosas más.

Estuvimos en la playa San Lorenzo de Gijón y en otras de Asturias, o sea del Mar Cantábrico, donde las aguas son endemoniadamente frías, ni mi esposa ni yo asomamos un pié al agua, pero Andrés y Daniel, no salían de ella, las pocas veces que lo hacían, se sacudían, se secaban, se calentaban un poco al sol, se tomaban algo y arrancaban otra vez, claro, con la edad de ellos, sobra energía para contrarrestar la baja temperatura del agua, pero en nuestro caso no quisimos correr con el riesgo de tener que llamar a una ambulancia para que nos hospitalizaran víctimas de una severa hipotermia.
Paseamos muchísimo por Asturias, disfrutamos sin límites de sus paisajes de infinita belleza, visitamos el santuario de la Santina o la Virgen de Covadonga, en plena montaña, donde recordé a mi amiga Rosalía de
Imagina, estuvimos en los Picos de Europa, fuimos a unas playas recónditas bellas y sin gente, rodamos muchos kilómetros por las estupendas carreteritas del interior de la provincia, apreciando las diferentes tonalidades de los verdes irrepetibles que hay en las montañas, paseamos por algunos de los pueblitos de las afueras de las ciudades, que es donde mejor se come y la pasamos bomba aumentando considerablemente los niveles de colesterol, triglicéridos y azúcar en nuestra sangre, además de hacer lo propio con nuestra masa corporal, pero no importa, pues bien vale la pena el sacrificio de la figura por el disfrute de cosas tan apetecibles.

Una cosa que me encanta de ir a España es poder hacer las cosas en mi propio idioma, cotorrear un poco con algún vecino o dueño de tienda, cosa que hice con frecuencia, pues lo disfruto mucho; me encanta entender la totalidad de las cosas que se hablan a mi alrededor, pues donde vivo, aunque aprendas holandés, es muy fácil perder el hilo de una conversación si no te concentras en ella, pues el idioma es difícil y enrevesado. Es muy gratificante también comprar el periódico en español, que aunque entiendas el idioma perfectamente, igual no entiendes las locuras políticas que ocurren en España, cuyo presidente cada día se parece más al nuestro, lo que me hace pensar que hasta en los países del primer mundo la política sigue siendo irracional como en cualquier parte del mundo.
También se agradece ir a una panadería, pedir un cortado, o sea un marroncito y un bocadillo (sándwich) de tortilla de patatas (papas) para desayunar, saben a gloria, sentarme despreocupadamente en la terracita del local a disfrutarlo leyendo el periódico y dedicándome sin compasión a caerle a sonrisas a todo el que pase, así, sin ton ni son, eso es vida de verdad.
Estuvimos también en Madrid, ciudad de disfrute y sobre todo de reencuentros con la familia en Soto del Real, donde nos tocó a todos enfrentar por primera vez, la dura ausencia de la tía Ángeles, que nos dejó en diciembre del año pasado, y que con su sonrisa, fortaleza y buena actitud le robaba el corazón a los que la conocieron, tía eres definitivamente insustituible. También pasamos unos días de mucha cercanía familiar y alegría de compartir con nuestros primos y hasta con Bel, el estupendo perro boxer de ellos, y que Dani se adjudicó desde hace mucho tiempo, él dice que Bel es su perro en Madrid.
En Madrid también nos encontramos con el gran Patton mi ahijado y amigo cercano de 2.05 metros de estatura, que se aprecia mucho mas grande por su gran corazón y su gran calidad humana. También compartimos con Berenice y Doramas, mis amigos artistas, ella soprano excepcional que canta como un ángel y él increíble baterista que siente y sacrifica mucho de si por la música, ambos integrantes del grupo
Tears of Martyr, que les recomiendo abiertamente, todos ellos amigos de excepción, de esos que valen un sol, con ellos disfrutamos de extensos paseos por esta ciudad tan especial e inspiradora, claro, no nos pudimos negar a los placeres de los bocadillos de calamares fritos del Brillante, donde recordé con mucho cariño a mi gran amiga
Jacqueline, así como los madrileñísimos churros con chocolate, que aunque no era lo mas apropiado para el verano lo disfrutamos muchísimo.
Al momento de volvernos a nuestra casita en Holanda, para evitarnos las odiosas colas que se forman en toda Francia, y que nos hacen perder entre tres y cuatro horas cada vez, decidimos emprender el camino de vuelta por carreteras nacionales, y nos llevamos una muy grata impresión, Francia es otra vista desde la dimensión provincial, tiene estupendos paisajes, mil castillos, bonitos pueblitos, increíbles y extensos viñedos, así como grandes plantaciones de girasoles, imagínense si es diferente que si le sonríes a la gente, algunos son capaces hasta de sonreírte a ti.
Mientras estaba en Gijón, también recibí la triste noticia de que mi abuelita Miguelina, la mamá de mi mamá, de 96 años había fallecido en Italia, mi nonna es una persona que bien merece un post.
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