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lunes, 3 de enero de 2005

Mi amigo Jorge Delgado



A lo largo de mi vida, que tampoco ha sido tan laaarga, he tenido la suerte de conocer, compartir y tener amigos muy especiales, que me han dejado muchas experiencias que mantengo en mi inventario de “cosas aprendidas”, le doy mucho valor a las oportunidades de capitalizar situaciones en beneficio de mi formación como ser humano, moral y espiritual.

Cuando era apenas un muchacho de 18 años recién cumplidos. Por mi amigo Williams Sarmiento, a quién le perdí la pista, conocí a Jorge Delgado, en ese momento el ya era relativamente mayor, tenía una óptica, diagonal a la Plaza Las Mercedes, en el Centro de Caracas. Era todo un personaje, muy culto, escuchaba ópera, música clásica, tenía temas inagotables de conversación, era ateo, contestatario, humano, desinteresado, abierto y muchas cosas mas. Poco a poco fui conociendo más su personalidad fuerte, abierta y magnética.

Jorge tenía un “Rancho” muy acogedor, bonito y funcional, construido con bambú, madera y techo de asbesto, en la playa de Caruao, después de Los Caracas, allí pasé casi todos los fines de semana y temporadas de vacaciones de mi juventud, ¿que les puedo decir? Simplemente la mejor época de mi vida.

Con Jorge aprendí muchas cosas importantes, conocí el verdadero significado de la palabra tolerancia, aprendí a no ser tan rígido, ni exigente conmigo mismo, sin llegar a ser irresponsable, a verle el verdadero valor que tienen las cosas sencillas, a dejar que las cosas fluyan y tomen su camino.

La misma vida de Jorge era un libro abierto, cuando me contaba sus vicisitudes, siempre tenían un valor adicional del cual yo aprendía, Jorge emigró de las Islas Canarias, por el año 1965, en busca de nuevas oportunidades como las que brindaba Venezuela, dejando en su tierra a su esposa y a su hijo. Logró con muchos sacrificios poner su óptica y ejercer su profesión de optometrista. Al verse estable, se comunicó, según era el plan, con su esposa, para que con su hijo, tomarán sus bártulos y se vinieran a reunir, para emprender juntos la vida, como lo venían haciendo en su tierra de origen, la señora lo sorprendió diciéndole que ella no iba a Venezuela, pues no tenía nada que buscar allá. Así que en una sola llamada de teléfono, a Jorge le cambió completa la vida, sus planes, la ilusión de reencontrarse con su amada esposa y ver crecer a su hijo, todo eso le fue negado en un solo instante, el gran sueño que ocupaba gran parte de sus pensamientos diarios se esfumó y le tocó echar para adelante luchando contra su gran necesidad de tener con el a su familia, con su soledad. Lo logró, pudo ser muy feliz, después de todo, pero aprendió la gran lección de su vida, nada es eterno, las vueltas de la vida, no las puede escribir nadie, antes de que sucedan.

Empezó a dedicarle tiempo a su Rancho Caruao, recién adquirido casi en ruinas, y lo logró poner como una tacita de plata, convirtiéndose en su refugio, lugar de encuentro con amigos, amigas y familiares y donde vivía también la soledad de verse sin su verdadera familia, la cercana.

Williams y yo frecuentábamos “Rancho Caruao”, desde antes del año 1975, íbamos a la Guaira en autobús y tomábamos el rústico que nos llevaba hasta Caruao, toda una aventura, contando con que éramos unos imberbes. Luego papá me regaló su Opel Rekord del 68, y lo usé como mi 4X4, pues sin limitación, me desplazaba raudo por la carretera de tierra sin importarme nada, y ¿que nos puede importar cuando tenemos esa edad?

Días de playa y excursión, Pozo del Cura, Pozo Nice, Las Poncheras, romances de fin de semana, almuerzos en el comedero de Josefa, con opiparas raciones de ojones o parguitos recién sacados del mar, ensalada y tostones, noches de traguitos ricos, tertulias o campeonato de parchis. Todos los día Jorge, nos despertaba con selecciones especiales de música como Carmina Burana, las cuatro estaciones de Vivaldi, o una aria de alguna ópera famosa, siempre nos deleitaba con este detalle y les confieso que no hay nada mas reconfortante y reconciliador con la vida que estar durmiendo en un chinchorro en el porche del Rancho Caruao, despertarte con esa música y al abrir los ojos ver es esa divinidad de mar azul y calido, un verdadero regalo de estímulo y alegría de vivir. Muchos de estos ratos fueron compartidos por mi hermano Mario, Franco Marghella y en los últimos años con mi esposa Ma. del Valle.

Jorge era muy desprendido de las cosas materiales, la óptica, después de mas de 30 años, la perdió en un fin de semana, cuando renuncio su único trabajador por mas de 25 y descubrió que tenía que pagarle la liquidación y esta era mayor que el valor de la misma óptica, increíble ¿no?, pues vendió lo que le quedaba de inventario, las máquinas, pagó la liquidación y se fue a vivir a Rancho Caruao, vivía de tejer sillas y de lo que le llevábamos los amigos que lo visitábamos, y la misma gente del pueblo, donde estaba el negro Eusebio, que también velaba por su bienestar. Jorge tenía dos sobrinos que vivían en Caracas y también estaban muy pendientes de el, nunca le faltó nada.

Para Jorge era una gran alegría la llegada de los viernes o cualquier temporada, pues se le llenaba la casa de gente y eso a el le encantaba, compartir, escuchar música, hablar con los amigos, jugar parchis y echarse unos palitos de anís.

Jorge era la mejor estación metereológica que existía, tenía una sensibilidad especial a los cambios de presión atmosférica, varias veces nos dejó locos al vaticinar un palo de agua torrencial, estando el cielo completamente azul, sin una nubecita y al cabo de un rato, el diluvio, no se pelaba ni una, claro tenía artritis y esto lo convertía en un barómetro humano, si salíamos en la lancha le preguntábamos, ¿Qué Jorge, podemos ir? Y el nos respondía, si pero regresen antes de las 4pm, que mis pronósticos lo garantizo solo por 5 horas.

A Jorge lo único que le molestaba, solo un poco, era que lo llamaran “viejo”, el siempre respondía: yo llegué hasta aquí, ojalá y tu también llegues. Y les digo algo Jorge era de los que enseñaba a ser jóvenes a los jóvenes, tenía mucha energía y vitalidad y siempre la transmitía a los que estábamos con el y nunca pero nunca se quejaba de nada.

Poco tiempo antes de casarme, en el año 1987, no nos dio ni tiempo de ponerlo en la lista de invitados a la boda, se murió con mas de 87 años, enseñándole a mucha gente a ser joven.

Me gustaría, de una manera “sui generis”, probar la teoría de los 6 grados y ver si alguien que lea este post, conoció a Jorge Delgado, entonces no dude de hacerme conocer la conexión que tenemos a través de este personaje.

Este es mi pequeño tributo a Jorge Delgado, el de Caruao, que me dejo un gran legado, todas sus enseñanzas y su gran alegría de vivir.

9 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola Miguel! Feliz Año Nuevo!
Qué hermoso recuerdo, la verdad, me encantó este relato. También los chistes de Calvin, que es una de mis tiras favoritas de todos los tiempos :)

Besos :)

Sikanda :)

2:41 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy amena la historia, se ve q te gozastes esos años, uffff me imagino yo mismo en esa playita =) Hay esa gente q a pesar de llevarle monton de años a uno igual le enseñan un monton y es de esa gente con la q se puede conversar de miles de cosas interesantes. Ojala de viejo sea asi.
Caribe!

2:58 p.m.  
Blogger romrod said...

Muy hermosa historia. Voy a estar pendiente a ver si alguien de por aqui recuerda a Jorge. Saludos y que tengas un feliz 2005.

4:56 p.m.  
Blogger stelle said...

Linda historia la de Jorge y de los rumbos que puede tomar una vida.

Definitivamente los amigos llegan a nuestra vida a enseñarnos cosas que de otra manera no conoceríamos.

Llegué por aqui a través de Melenita.

Feliz 2005 para ti y tu familia.

9:44 p.m.  
Blogger Unknown said...

Me ha entusiasmado tu historia, y cómo la cuentas! Bellisima. Y el contenido humano, muy intenso.

Un abrazo y Feliz 2005. Que tengas mucha suerte y prosperidad.

2:23 a.m.  
Blogger Eric Pérez said...

"...pudo ser muy feliz, después de todo, pero aprendió la gran lección de su vida, nada es eterno, las vueltas de la vida, no las puede escribir nadie, antes de que sucedan."
Excelente relato Miguel. Me hiciste acordar de un señor que vivía en el Ávila y que tenía cuentos maravillosos sobre su vida.
Me trasladaste hasta esa playa con tu cuento. Excelente!
Que tengas un Feliz Año!

8:22 p.m.  
Blogger Lita24 said...

Wow que historia tan buena, a todos nos transporto.Increible como hay personas tan abiertas, como un libro, que nunca pierden la juventud..gente admirable, espro toparme en la vida con un amigo asi!!

8:37 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Mengueleee!!! antes que nada FELIZ AÑO pana, saludos a Maria y a los niños....Wow!!, que recuerdos tan gratos y no tan gratos me trae esa foto, ese viaje tuvo de todo, fuimos a pescar con tus amigos a bajo capitan(creo) en un Zodiak, solo pescamos frio, ja ja ja, bueno, y te acuerdas que Yolima estaba dormida tomando sol y la despertaste intespectivamente y te dio una bofetada? ja ja ja, lo malo fue q no fuimos a Ccas. porque yo tenia un dolor muy fuerte en el cuello y al final era una Mononucleosis infecciosa y Hepatitis viral, queee taaal!....bueno pana, me despido y seguimos en contacto.
Ciao

Gino.

1:46 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola,
Me parecio excelente. Yo tambien conoci a Jorge y me cambio la vida. Hoy, soy dueño de una posada, junto a mi esposa, en Caruao. Un rancho como el de Jorge: abierto a las brisas del mar, la luna y las estrellas, donde puedes olvidarte por un rato las visisitudes de la civilizacion.
Visitanos:www.aloespa.com

8:48 p.m.  

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