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martes, 24 de julio de 2007

El Sr. Críspulo y el Jabillo Mágico

Se movía frenéticamente, con mucha ansiedad, de un lado al otro, sintiéndose acorralado, su mirada profunda y sus grandes ojos desorbitados reflejaban terror. Intentando desaparecer de los fantasmas imaginarios que lo perseguían, repetía sin cesar: “Que no me descubran, por favor, vienen los perros, ayúdenme escóndanme, si no me matan”.

Era muy triste ver como una persona tan brillante e inteligente, podía sucumbir ante los enemigos ficticios que él mismo había creado dentro de su cabeza. Yo era solo un muchacho, catorce años tal vez, pero para mi era muy duro ver al Sr. Críspulo en esas condiciones, cada vez que tenía una de sus crisis, lo veía tan vulnerable y débil en su capacidad para enfrentarse a sus fantasmas, que me inquietaba, yo siempre le decía: “Métase detrás del jabillo”. Si el mismo gran jabillo centenario, el del tronco descomunal, que está en el patio de la Iglesia de Santa Rosalía en el Centro de Caracas, el sitio que frecuentaba el Sr. Críspulo.

El árbol es mucho más grande de lo que se ve, le decía para convencerlo, y él, sintiéndose sin ninguna posibilidad, se aferraba a la idea de su libertad, y viendo hacia todos lados, como asegurándose de que nadie lo viera ocultándose, se iba a la parte de atrás del gran árbol, y ya una vez allí, esperaba un poco a que pasaran sus enemigos y se calmaba de su gran agitación.

Al lado del Colegio El Pilar, quedaba la lunchería “El Marino”, donde yo siempre le buscaba agua para que bebiera y aliviara el desaliento de su gran batalla, luego mas sosegado se sentaba al pie del árbol y jadeante aún, nos contaba que le había pasado, algunos se aburrían de sus historias extremas y repetidas y se iban, pero yo siempre permanecía atento a su relato y le hacía un poco de compañía para que no se sintiera tan solo y desprotegido.

En sus cuentos decía: Los alemanes son implacables e invencibles, y hasta que no den conmigo no se van a quedar quietos, todos los días es lo mismo, yo se que un día se darán cuenta, están demasiado cerca, yo los he visto, he escuchado a sus perros ladrar y se que pronto darán conmigo, esos perros encontrarán mi rastro y me descubrirán para llevarme con ellos.

Un día recuerdo con claridad, que después de una de sus delirios persecutorios, le dije: “Sr, Críspulo, no se preocupe, si los alemanes y sus perros están tan cerca y no lo han encontrado en por algo”. ¿Si? Preguntó intrigado. Y no se de donde me salió decirle que ese jabillo era mágico, de inmediato con expresión de asombro y curiosidad repreguntó: ¿Por qué? Bueno, por la sencilla razón, de que cada vez que los alemanes llegaban cerca, él quedaba totalmente protegido por el árbol y nadie que tuviera mal corazón era capaz de conseguirlo. ¿Y los perros? Que pasa con ellos. Los perros son tontos, pues nunca han encontrado su rastro y además son miedosos, no se acercarán al árbol mágico porque en sus pies orina el gran perro negro del taller de al lado, al que todos los perros temen por la fuerza de su olor. Así que no hay nada que temer, lo mas seguro es que algún día desistan de buscarlo, y se regresen al lugar del que vinieron.

El Sr. Críspulo era una persona mayor, de origen europeo, elegante e interesantísimo, no era un indigente como muchos creían, ni nada que se le pareciera, siempre estaba limpio y bien vestido, no bebía, era un enfermo mental, que eventualmente deambulaba por los lados de la Iglesia de Santa Rosalía. Todos lo querían y lo respetaban mucho, pero empezaron a dejar de tomarlo en cuenta, al empezar a profundizarse sus crisis y manías persecutorias.

Y un día, así de la nada lo dejamos de ver, les confieso que me entró una gran inquietud, sentí un gran hueco en la barriga, cuando en mi mente vi, como en una película en cámara lenta y en blanco y negro, el desarrollo de su captura a manos de los alemanes y sus perros que lo persiguieron implacablemente por años, cuando él, confiado e inocente, se alejó mucho del jabillo mágico.

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20 Comments:

Blogger IMAGINA said...

El Sr. Críspulo hubiese necesitado la protección del Sauce Boxeador de Harry Potter. Pobrecito. Probablemente tenía esquizofrenia y no estaba bajo tratamiento.
Lo que resulta increíble es que siempre tenemos personajes qeu rondan nuestra infancia y se quedan impresos en nuestra memoria. En mi particular galería de personajes está el Sr. Segundo, un camarero que me obligada a comer un consomé con un huevo crudo en una temporada que comí en el colegio. Y también un mendigo de cahete infladísimo que religiosamente se ubicaba siempre en la misma calle y un un buen día, como en tu historia, desapareció dejándome huérfana de temores.
Y hay más, pero no voy a hacer un comentario/post que estas ideas hay que guardarlas para cuando tenga el propio (el de Rosalía y no el de Imagina).

Te dejo un abrazote

Ah! Y hoy soy la primera, el postre corre por la casa.

3:23 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Miguel me gusta mucho como describes cada una de tus vivencias , son muy emotivas llegan muy adentro. Te escribo desde Caracas Venezuela, saludos a tu familia y mucho exito en tu negocio.

Maria Claudia

3:48 p.m.  
Blogger Curiosa said...

Ay MIguel que tristeza...Que tristeza no saber que fué de él...que tristeza el terror quellevaba por dentro.
Que noble de tu parte a tan temprana edad ponerte de su lado y ofrecerle esa seguridad.
Un abrazo.

4:12 p.m.  
Blogger Gabriel said...

A través de tu vivencia ví al Sr. Críspulo en sus desvaríos, pero sobre todo a un joven dándole su apoyo y siendo solidario con él. Ese joven trabajó conmigo, siento el orgullo de haber sido su jefe pero sobre todo el de haberlo apreciado en su justa dimensión. Conservo de ti los mejores recuerdos.Tu siempre amigo ... Gabriel ... El Capi.

4:17 p.m.  
Blogger Laura Carvajal said...

Hola Miguel!!!!

Qué bello ese relato.
Estoy segura de que el sr. Críspulo sufría quizás de esquizofrenia, que hace tener esas aluciones y manías persecutorias. Pero en nuestras vidas, se cruzan personas que no olvidamos porque nos mostraron o contaron algo que nos hizó pensar, incluso hasta soñar.

Un abrazo para ti, para tu esposa y tus hijos, besos.

4:30 p.m.  
Blogger Rosa said...

Desgraciadamente en este mundo hay tantas personas perseguidas por alemanes y perros, es triste ver como la persona se va deteriorando. Tu solidario desde chamo.Saludos

4:42 p.m.  
Blogger Zaida said...

linda historia... me imagino al Sr. Crispulo, y lo veo blanco, alto, canoso, con una mirada triste y asustada... me veo allí cerca de la Iglesia, lo imagino escondiéndose detrás del árbol... y luego contando su historia. Me hizo recordar una historia que lei cuando niña y se me quedó grabada. Fue un cuento ganador en un concurso literario para niños, salió en la Revista Meridianito, la recuerdas? El cuento se llamaba Quintopelo, y hablaba también de un loco.. un loco bueno al que todos querian y un día sencillamente, dejó de existir. Me llegó tanto tu historia que hasta me da tristeza no saber que pasó con el Sr. Críspulo... ojalá no hay sido que lo encontraron los perros... ojalá haya sido simplemente que encontró el camino hacia la redención

8:10 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Alejandro Sanz contó en su concierto unplugged la historia de su canción "Toca para mí", la escribió para un músico que conoció en un parque y que -al igual que el señor Críspulo- dejó de ser tomado en cuenta por todos, excepto por él.

Acá la letra del tema:

Como cada tarde está
en el parque para tocar
su viejo y cansado instrumento.
En el mismo banco sentado,
una manta en el suelo a su lado,
dispuesto a dar el lado bueno
y aunque ya se venga a menos
me regala una balada
sólo por una mirada.

De sus años de experiencia
mil anécdotas me cuenta,
yo finjo creerlo así
me gusta verle feliz,
contando aventuras
y creyendo ser un violín.

Toca para mí, yo te quiero oir,
quiero formar parte de tu locura,
pondremos nuestras almas de partitura.

Toca para mí, yo te quiero oir,
y que el último latido de tu corazón
sea la rosa que brota de la última nota.

Hay gente que ríe al verle
con su pajarita verde,
sus pantalones ya roídos
y unas flores que ha cogido
adornando una camisa
que ha cosido muy deprisa.

El loco maestro toca
con una dulzura loca
y se posa una paloma
en la en sus z`patos de goma,
nadie ríe, nadie habla,
los que de ti se burlaban.

Se va recostando y habla
de lo dura que es la tabla,
ya he dejado de fingir,
no quiero verle sufrir
contando aventuras
y creyendo ser un violín.

Toca para mí, yo te quiero oir,
quiero formar parte de tu locura,
pondremos nuestras almas de partitura.

Toca para mí, yo te quiero oir
y que el último latido de tu corazón
sea una rosa que brota de la última nota.

11:49 p.m.  
Blogger Oswaldo Aiffil said...

¡Bonita historia Miguel! El señor Críspulo tenía dos protectores, el gran jabillo, que aún permanece allí, esperándolo para protegerlo, y tu, querido Miguel, que lo ayudabas a calmar su ansiedad. Donde esté no te olvida. Un abrazo!

1:51 a.m.  
Blogger Curiosa said...

Miguel tu blog es tan bueno que tienes otro premio en mi blog ;)

3:13 a.m.  
Blogger Elier said...

Ohh, ohhh
Al mejor estilo de Rain Man con Dustin Hoffman y Tom Cruise, donde el primero tenia una serie de manias costumbristas, la mia es de internalizar los cuentos y vivirlos. Cuando pase por ese Jabillo en Caracas, lo tocaré para dar constancia de su magia, además de ofrecer mis mejores deseos a mi amigo Miguel en Amersfoort. Mil abrazos para ti querido amigo.

5:17 a.m.  
Blogger Ross said...

QUe bonito, lo disfrute y que nota que tengas ese corazón tan noble y le hayas regalado minutos de tranquilidad al sr.Crispulo.

1:47 p.m.  
Blogger Miguel Pinto said...

IMAGINA Había gente que le tenía miedo al Sr. Críspulo, pero no había nada que temer, el era muy tranquilo. Es cierto lo que tú dices, siempre hay algún personaje como este dandole miedo a los niños. Bueno, esperare los cuentos de Rosalía, que estoy seguro que serán buenísimos.

¿Te anotas con unas islas flotantes de postre?

Un abrazo intenso y con cariño.

Maria Claudia Muchas gracias, es muy gratificante saber que te gusta leer mis cuentos, y que te llegan adentro. Muchas gracias también por tus buenos deseos.

Recibe un gran abrazo desde esta ciudad perdida en el medio de Holanda.

Curiosa Ciertamente es triste, yo creo que heredé eso de estar pendiente de los viejitos y los desvalidos de mi hermana que siempre andaba pendiente de ayudarlos, ella falleció cuando solo tenía catorce años, a un mes de cumplir quince, eso si es triste y desolador.

Un beso muy grande a la bellezura más grande de la blogosfera.

Gabriel Querido Amigo Gabriel, “El Capi” que me puede quedar a mi, después de leer tu comentario, tú que fuiste mi maestro, no solo en el ámbito profesional, sino en el personal, con tus lecciones en el quehacer diario del trabajo, nos enseñabas a ser nobles, honestos y buenos profesionales, a aceptar los retos, a encararlos y a salir con éxito de ellos. Yo capitalicé tus enseñanzas, y muchas de ellas han ayudado enormemente a formar a la persona que soy ahora, yo si agradezco haberte tenido a ti, que mas que un jefe, fuiste un maestro, que me enseñó el valor de muchas cosas, que de otra manera hubiera tardado mucho en aprender. Si algo puedo decirte amigo Gabriel, claro y alto es: MUCHAS GRACIAS MAESTRO.

Laura Es cierto, en la vida de cada uno de nosotros, se cruzan personas que pueden dejar su recuerdo sin proponérselo, en este caso el Sr. Críspulo fue uno que dejo una honda huella en mi.

Un abrazo muy fuerte para ti

Rosa Que bueno sería que cada uno de nosotros pudiera vencer a sus fantasmas y a sus temores. Lo de la solidaridad lo heredé de mi hermana.

Zaes Me resulta muy inspirador y bonito tu comentario, el Sr. Críspulo era así, blanco, canoso, pero no muy alto, con una mirada muy triste pero inteligente. Claro que recuerdo Meridianito, era buenísima. Yo también espero que la desaparición del Sr. Críspulo solo se haya debido a un cambio en su vida pero para mejor.

Muchas gracias por tu comentario.

Mariale divagando Conozco la canción y es una belleza, así como tu gesto en comparar la historia del Sr. Críspulo con esta estupenda canción, muchas gracias por dejar aquí la letra que disfruté un montón.

Un abrazo grande.

Oswaldo Aiffil En mi último viaje a Caracas, donde tuve la suerte de conocerte en persona, fui una mañana a ver si aún estaba ese gran árbol mágico, y allí lo redescubrí en toda su inmensidad, me regodee disfrutando por un largo rato de su estupenda sombra, grande y fresca, permitiendo así llenarme de su energía mágica y protectora. Se que el Sr. Críspulo, aún estando lejos del jabillo tenía su protección.

Un Gran abrazo.

Curiosa Felicitaciones por ser un blog que hace pensar. Y muchísimas gracias por haber tomado en cuenta este humilde Peor es Nada.

Un beso grande.

Elier Querido amigo mío. Muchas gracias por tus buenos deseos, y cuando quieras llégate hasta la iglesia de Santa Rosalía en Caracas, yo se que tú vas a notar la magia de ese jabillo y te aprovecharás de su protección, como lo hizo el Sr. Críspulo en su momento.

Ross Muchas gracias, a mi me encanta que los demás estén bien, pero desde chiquito. Un abrazo y saludos a toda esa muchachada que tienes en la casa, incluyendo al muchacho mayor (tu esposo).

8:14 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Tus historias siempre me hacen recordar mis propias vivencias y rescatar esos detalles que se perdieron de la memoria.
Por ejemplo, yo nunca entré a la lunchería "El Marino" a pesar de estudiar en El Pilar.
Pero ese jabillo está grabadito en mi memoria, de cuando jugaba en la plaza de la iglesia.
Gracias por ayudarme a rememorar esos momentos lindos de mi infancia.

11:15 p.m.  
Blogger Miguel Pinto said...

Maléfica, tú eres la demostración de que mi relismo mágico es, perdonándome la redundancia, real.

Si nos pusiéramos a preguntarnos: ¿Y tú conociste a Fulanito? ¿Y a Menganito? Estoy seguro que muchas respuestas seían positivas.

Un abrazo desde la alegría de la coincidencia que tenemos en una parte de nuestro pasado.

1:52 p.m.  
Blogger Naky Soto said...

¡Caramba Miguel! Es un hermoso y rudo relato. Allí compartimos miradas, esa tendencia a lo que llamo ser un "casco azul", ya sabes, de algún modo viendo en otros incluso lo que esos mismos otros no ven.

Quién quita y el señor Críspulo, en sus ratos de claridad apreciase la mirada de un otro que lo trataba justamente como un ser humano.

Un abrazo grande,

5:44 p.m.  
Blogger Miguel Pinto said...

Naky Cuando leo un comentario como el tuyo y los de los demás que han tenido a bien dejar por acá, pienso que el conjunto de comentarios, hacen una sinergia que fácilmente llegan a ser mejor que el propio post.

Muchas gracias y un abrazo grande y con cariño.

6:21 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola Miguel. hermosa historia, vale decir que me gustan mucho tus cuentos sobre tu vida en Caracas. Hermoso gesto, además, el de darle un poco de paz al Sr. Críspulo. Son esos gestos los que me reconcilian con la humanidad. Saber que existen almas capaces de buscar la forma efectiva para ayudar a otros.

Un abrazo.

Por cierto, estoy esperando las crónicas de tu viaje por España.

5:35 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Miguel, siempre adoro este tipo de post, me encantan tus historias, tan bien narradas, esas fabulosas crónicas de tu vida en aquella Caracas que se nota que tanto añoras.

Cariños

1:59 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Saludos Miguel.
Mi nombre es Milagros Verde, estoy escribiendo la historia de mi familia, con apoyo de mis familiares y arbol genealogico. El hermano de mi abuelo Genaro Verde tuvo un hijo de nombre Críspulo Verde. Quisiera saber si la persona de su relato es mi descendiente. Muy bello, humano y sin palabras su relato. Le escribo de Venezuela - Caracas
milagrosverde_e@hotmail.com

11:45 p.m.  

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