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miércoles, 16 de enero de 2008

¡¡¡AAARRRGGGGGGG!!!


¡Esto duele demasiado!

Después les cuento...

miércoles, 9 de enero de 2008

Juegos Panamericanos 83

Un día cualquiera de hace ya unos cuantos años, recibí una llamada telefónica, no recuerdo de quien, lo que si retengo claramente en mi memoria, fue lo que me propuso esa persona, preguntándome de manera misteriosa, si quería trabajar en “algo muy especial”; la verdad es que ahora que lo pienso bien, no estoy muy seguro de haber recibido esa llamada de teléfono, pero suena bien y hace un poco más interesante esta historia. Esta llamada tan recordada, cumple en este 2008, veinticinco años; es increíble como pasa el tiempo, seguro que algunos de ustedes, mis siete lectores, ni siquiera habían nacido.

Bueno el caso es que luego de las primeras conversaciones, me propusieron formalmente que me uniera a la nómina “ad honoren” de los Juegos Panamericanos 83, yo me moría de las ganas de poder hacerlo, me imaginaba que esta iba a ser una experiencia irrepetible. ¡Claro! había un inconveniente pues yo trabajaba en la Marina, había que ver que posibilidades tenía de ausentarme por dos semanas, así que rápidamente me comuniqué con mi jefe, le hice saber mi inquietud, dije: ¡El deporte nacional requiere de mis servicios! Así que muy marcialmente me dijo, que a él le parecía muy bien y que estaba casi seguro de que para los empleados públicos, se contemplaban unos permisos especiales para este tipo de casos. Y así lo hicimos, se solicitó el permiso pertinente al departamento de personal civil y como la razón era verdaderamente importante, me lo concedieron, por todo el tiempo que durara el evento.

No se imaginan lo que representó esta experiencia para mí, aún hoy recuerdo con mucha emoción muchas cosas del día a día, de las dos semanas más increíbles de mi vida.

Por mi nivel en el escalafón de empleado público me asignaron el cargo de Coordinador Sectorial del Estadio Brígido Iriarte del Paraíso en Caracas, le reportaba a un Coordinador General, cuyo nombre se escapa ahora de mi memoria, pero que resultó ser una persona muy agradable y profesional, que supo delegar en mi gran parte de la responsabilidad operativa del estadio. Otro coordinador sectorial mas y yo, nos encargábamos de que todo funcionara bien en el conjunto del estadio, el campo, la logística, las entradas, la seguridad, que aunque estaba en manos de la Guardia Nacional, siempre teníamos que estar muy pendientes, pues las decisiones de los militares son casi siempre opuestas a las de los civiles y desgraciadamente también a la lógica mas elemental, ¡claro está! Con contadas excepciones.

Las experiencias fueron muchas y muy variadas, por ejemplo, la noche antes del primer juego de fútbol en mi estadio, las líneas blancas de la cancha aún no estaban pintadas, viendo que la cosa no se iba a resolver espontáneamente, tuve que averiguar donde estaba el que se encargaba de hacer este trabajo y me tuve que desplazar a las 11:00 de la noche a buscarlo al estadio de béisbol y softbol de Mampote, por Paracotos, luego tuve que esperar a que terminara de pintar ese campo, así que finalmente como a las 12:30 de la madrugada nos desplazamos hasta el Brígido Iriarte. Nos tocó introducir nuestros carros al estadio, para poder alumbrar el campo, pues no había nadie que encendiera las luces, terminamos con todo esto como a las tres de la mañana.

Al día siguiente el partido empezaba a las 11:00 de la mañana, como a las 10:00 salí de la oficina al campo para chequear que todo estuviera en orden, después de observar detenidamente el campo, sabía que algo no andaba bien, y revisaba todo de nuevo, las líneas que se habían pintado el día anterior habían quedado bien, pero algo faltaba, cuando me percato, las porterías no tenían las mayas, o sea estaban solo los marcos, lo extraño de la situación, es que ayer estaban las mayas y hoy no, pues resulta que al rato me entero que a la FIFA no le habían gustado, porque incumplían alguna de las normas y las habían desinstalado. Imagínense la que se armo, a menos de una hora del inicio del partido, movimos todo el estadio hasta dar con las de repuesto, las instalamos y al instante empezó el juego. Corrimos como unos locos, pero finalmente las cosas salieron muy bien.

La inauguración de estos Juegos Panamericanos Copan 83, contó con la increíble y muy bien sincronizada barra panamericana, donde cientos de personas ubicadas en las gradas del estadio, manejaban unos paneles de colores, con los que, en una especie de mosaico, formaban los nombres de los países que se encontraban desfilando, para muchos era la primera vez que veían algo así.

Yo ostentaba una credencial “H”, que me permitía el acceso a todas las instalaciones de los juegos, así que en el acto de inauguración, me di banquete disfrutando de todo el espectáculo, en la mismísima pista de tartán del Estadio Olímpico Universitario de Caracas, rodeado de estrellas del deporte panamericano, artistas, cantantes, políticos (quienes ya no me gustaban ni un poquito). A mí, por suerte, me tocó estar en el mero centro del borde del campo, por donde salían todos los artistas, deportistas y gente importante a engalanar la exhibición.

En un momento dado, y a pesar de todas la emociones que se estaban viviendo con tanta algarabía, lentamente empecé a sentir una “presencia” a mi lado derecho, como si un ser celestial rodeado de luz, un ángel o algo así se hubiera posado delicadamente a mi lado, me puse un poco nervioso ante tanto magnetismo divino y luminosidad celestial, no lo pude evitar y con un poquito de temor y mucha discreción, tratando de determinar quien era, voltee hacia sus pies y pude constatar con perplejidad, que se trataba de un ángel del sexo femenino, pues tenía tacones y medias de nylon. Subí poco a poco, deslizando mi mirada por las curvas de su exuberante geografía, pero lo hice lentamente, como si temiera que al llegar a su fin, fuera a recibir un gran castigo divino, por ver con tanto morbo a un representante del cielo, pero no pasó nada, salvo que de tanta emoción, sentía que se me iba a salir el corazón por la boca y así llegué a verla en todo su esplendor. Era perfecta, no cabía la menor duda. Dios había mandado a una embajadora del cielo a los Juegos Panamericanos. Me imagino que habré puesto cara de imbécil, pues el ángel me pilló buceándola y al verle la cara me regaló una gran sonrisa, el nombre del ángel: Irene Saéz. No se imaginan lo bella que es. Y lo digo en presente, porque estoy seguro que aún lo sigue siendo.

Durante el tiempo que duraron los juegos, asistí con frecuencia a la Villa Panamericana en Guarenas, siempre me tocaba hacer algo especial allá, encontrarnos con alguien relacionado con el fútbol, con el estadio, o simplemente iba para distraerme cuando tenía alguna tarde libre, y la verdad es que el ambiente que se disfrutaba en ese lugar era increíble, todos esos atletas, lo mejores de cada país, compartiendo con camaradería entre rivales, todas esas chicas bellas con sus cuerpos atléticos, que me producían tortícolis, de tanto voltear a todos lados para verlas, sin perderme ni una. Bueno, les confieso que había algunas a las que trataba no ver, estoy seguro de que eran atletas de halterofilia, porque se veían muy fuertes y me veían con cara de pocos amigos, así que por si acaso, me ahorraba verlas.

Estas visitas a la Villa las disfrutaba mucho, también me encantaba comer en sus grandes comedores, esa comida balanceada y extremadamente sana, pero rica y divertida, como si fuera un atleta mas. De noche y no hasta muy tarde, todos se daban cita en los salones de juego y la gran discoteca que había en la villa, produciéndose en muchas oportunidades el inicio de unos tórridos romances atléticos-panamericanos. La pura verdad es que allí me la pasaba bomba.

Luego, al concluir el campeonato de fútbol panamericano, que ganó Uruguay, fui asignado como coordinador sectorial del Velódromo Teo Capriles, añadiendo a mi historia una nueva e increíble experiencia.

En el acto de clausura de los juegos, todos los coordinadores sectoriales teníamos asignada un área especial de las tribunas estadio, donde nos sentamos todos juntos, y hasta fuimos ovacionados por el público, ante una referencia que se hizo al esfuerzo realizado. Pero lo que mas hicimos durante este bello y emotivo acto de despedida de los juegos, con gran fruición y emoción, fue llorar a moco tendido porque ya todo se había terminado.

A los pocos días de la clausura, el ministro de la juventud promovió un acto muy sencillo, donde se nos convocó, se nos agradeció por nuestra labor encomiable y desinteresada, y se nos otorgó una medalla de plata de los juegos panamericanos, pero de las de verdad verdad, que aún conservo con mucho orgullo.

Puedo decir sin temor a equivocarme que estas fueron las dos semanas más increíbles e intensas de mi vida.

Querida Rosalía, este post va por ti, mi cuerva favorita de Cría Cuervos, que se ha convertido en mi musa y estímulo para la permanencia de este Peor es Nada. Rosalía I love you a lot.